Sant Martí
Proceso electoral para la elección de los consejeros y consejeras de distrito
Diana María Gutiérrez Rudas
[Suplent 2]
Estimada familia de Comunes del Distrito Sant Martí,
Quiero comenzar por deciros que la parte más difícil de escribir esta carta ha sido sintetizar las muchas razones que me llevan a presentar mi candidatura como parte del equipo de consejeras de este distrito. Y, que mis motivaciones están precedidas por el contexto del que provengo, el cual a modo muy general aquí os presento. Nací en Cali, Colombia en 1982, en una familia de clase media trabajadora. Estudié mi bachillerato en un Colegio Alemán que en ese momento era subsidiado por la Alemania Federal, y por eso mi madre con mucho esfuerzo lo pudo pagar, porque ella tuvo una vida muy dura y como toda buena madre hizo hasta lo imposible para que sus 3 hijas recibieran una educación de calidad.
Estudié Ciencia Política movida por la ilusión de considerar que este era el campo dónde se podían generar grandes cambios en un país que al día de hoy no conoce la paz. Pero las condiciones de mi entorno me llevaron abandonar este sueño y a pensar que me había equivocado de carrera. Sin embargo, las herramientas metodológicas aprehendidas fueron suficientes para cultivar el pensamiento crítico por encima del ideológico (quizá por esto nunca pude militar en ningún partido político de mi país), aunque la mayoría de las veces resulte difícil separar las pasiones del sentido de la razón.
Tengo experiencia en investigación y asistencia académica, en el campo práctico con comunidades étnicas y campesinas, poblaciones en situación de vulnerabilidad y jóvenes en situación de riesgo. Antes de decidir abandonar mi país, trabajé como profesora dando clases de constitución política, ética y humanidades en una fundación universitaria católica que se ajustaba principalmente a las clases populares. No obstante a que tenía un status de vida independiente, sentía que me estaba hogando, no era feliz. Hace seis años llegué a Barcelona para hacer un master oficial en Sociología en la Universitat de Barcelona y antes de acabar los dos años de esta maestría, tuve claro que era aquí dónde quería continuar mi proyecto de vida, porque no había tardado en enamorarme de esta maravillosa ciudad y con todos mis sentidos por diversas razones.
Llegué a la Barcelona que ya había empezado a transformar Ada en representación de un partido fresco y notablemente diferente. Esta ciudad me hizo vibrar de nuevo, me volvió a llenar de vida, porque cuando llegué aquí cargaba con mucho dolor y frustración de las múltiples injusticias, del caos, de la intolerancia y de la normalización de la violencia, en un país en el que vives en constante tensión preventiva, porque ni los hombres, a menos que vayan armados, pueden caminar ni tranquilos ni libremente por las calles.
Por eso, sin importar los títulos o la experiencia profesional que ya tenía, al igual que la mayoría de los migrantes, he limpiado casas, trabajado como camarera, como cuidadora de niños, perros y gatos. Obtenida la residencia, he trabajado en tiendas omo dependienta. Aunque no niego que ha sido un poco duro, porque profesionalmente no he podido tener una continuidad, me siento profundamente agradecida, porque esta ciudad me ha ayudado a sanar la rabia que estaba consumiendo a mi corazón por un sistema avasallador, ciego y fallido que clama por mantener rebaños que den de comer a la mentira que sostiene la mal llamada clase privilegiada.
Viví 1 año y medio con mi hermana en Poblenou, 6 meses compartí piso en Sant Martí y llevo 4 años viviendo con mi compañero en La Verneda i La Pau. Me llamaba la atención que cierta gente dijera que este era un barrio un poco peligroso, cuando no ha habido ni una sola vez que me sienta en peligro. Ada y su equipo de gobierno me devolvieron la fe en la política, y los plenarios de los comunes me han devuelto la esperanza en la verdadera democracia, aquella que pone la humanidad, la protección y conservación de la vida y sus diversas formas de expresión por encima de las fronteras y leyes que la quieren limitar o destruir. Amo esta ciudad tan diversa y tolerante, admiro la capacidad asociativa que tienen especialmente los catalanes, su espíritu rebelde y pacificador, su sentido de pertenencia al barrio, su cultura y la sonoridad de su lengua que sigo aprendiendo. Esta Barcelona es y ha de seguir siendo un ejemplo de vida política para el resto del mundo.
Por esto, y porque de las cosas más satisfactorias que hay en la vida es poder trabajar en lo que más hace palpitar tu corazón, quiero aprovechar este cargo para crear espacios de escucha e innovación social integrativos en primera instancia con los óvenes de Verneda y Besós, además claro está de ser un vínculo entre la comunidad y el ayuntamiento, y de ser mediadora para seguir defendiendo los derechos obtenidos por las y los Comunes.
Como ya me he pasado de la cantidad de palabras sugeridas, dejo hasta aquí esta carta, que fácilmente podría ser más extensa y detallada. Pero he de deciros una última cosa, y es que mi apoyo a esta visión progresista de ciudad que compartimos o se limita a esta elección. De corazón os agradezco vuestro aporte, porque este partido ha crecido en medio de diferencias radicales y considerables tsunamis de obstáculos.
Que la fuerza nos acompañe!
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